Papel moneda: Orígenes e Historia

Funciones de la moneda

La función principal de la moneda es ser un medio de intercambio, siendo utilizado en transacciones económicas como forma de pago, reconocida y aceptadas por ambas partes, facilitando el intercambio y sustituyendo al trueque. 

Como medio de pago tiene unas altísimas cualidades cómo: un gran valor en relación peso/volumen, reconocimiento unánime, su divisibilidad que permite fraccionar su valor y la dificultad en su falsificación.

Además, otras funciones importantes serían la de instrumento de medición de valores (unidad de cuenta que se utiliza como referencia para medir y comparar el valor de productos, bienes y servicios) y como reserva de valor, pudiendo ser acumulada y guardada (tesaurizada).

Las primeras monedas

Desde los orígenes de la humanidad, cada civilización desarrolló sus formas particulares de monedas – ganado, granos, especias… – pero tenían grandes limitaciones como la conservación y su transporte. Los metales preciosos fueron la gran solución y facilitaron el nacimiento de un tipo de moneda práctica. Para encontrar las primeras monedas acuñadas en metales preciosos hemos de remontarnos al antiguo reino de Lidia (actuales provincias turcas de Esmirna y Manisa), siglo VII a.C., eran monedas formadas por una aleación de oro y plata, llamado electro u oro blanco. Con los metales preciosos se inició un sistema monetario que perduraría hasta el siglo XX d.C. 

El nacimiento del papel moneda

Dentro de toda esta evolución y vasto periodo histórico, nace el primer papel moneda en el Imperio Chino, se cree que alrededor del Siglo IX d.C. (aunque el más antiguo conservado data del año XIV d.C. emitido por la dinastía Ming). En Europa, hasta bien entrada la Edad Media (siglo XIV d.C.), no empiezan a proliferar las primeras letras de cambio/recibos bancarios. Estos, serían unos documentos que el deudor prometía pagar al acreedor una cantidad de dinero que estaba previamente ya depositada en un banco. Una de las primeras fue firmada en Milán en 1325.

Los primeros billetes

Los primeros billetes como hoy los conocemos, no verían la luz hasta el siglo XVII d.C. en Suecia. Eran títulos impresos, emitidos como recibos de moneda metálica por una cantidad concreta, sin especificación de depositante, garantizados por las reservas de una institución y pagaderos al portador. De esta manera, Johan Palmstruch (fundador del Banco de Estocolmo) entregaba billetes como recibo o resguardo a quien depositaba oro o plata en su Banco. A este sistema se le conoce como Dinero Representativo, que tiene la cualidad de ser convertible y respaldado al activo al cual representa.

 

El nacimiento de este nuevo concepto, papel moneda y letras de cambio, proporcionaron un medio de pago y crédito dónde no era necesario realizarse transferencia física ninguna de metales preciosos, y esta facilidad se puso a disposición de un público mucho más amplio y a una escala mucho mayor. Esto supuso un crecimiento exponencial durante los siglos XIX, XX y XXI. Rápidamente, los Gobiernos se dieron cuenta del potencial que este “sistema” podía llegar a tener y empezaron a cocinarse formas fiduciarias como medio para aumentar la oferta de dinero, pudiendo un depositante de un Banco realizar un préstamo a un acreedor sin ningún aumento en la cantidad de metales preciosos disponibles. Fiduciario por lo tanto (del latín fiduciarius, y ésta a su vez de fides ‘fe’), era dinero cuyo valor depende de la confianza y no del material con el que está fabricado ni tampoco del respaldo de metales preciosos depositados en un banco.

 

En sus Principios de Economía Política y Tributación (1817), el economista Inglés David Ricardo (1772-1823), escribió:

No hay punto más importante en la emisión de papel moneda que estar plenamente impresionado con los efectos que se derivan del principio de limitación de cantidad. No es necesario que el papel se pague en especie (es decir, oro y moneda de plata) para asegurar su valor. Sólo es necesario que su cantidad sea regulada.

Dinero por decreto

Con el fin de la Primera Guerra Mundial y debido a la gran necesidad de producir dinero para financiar el esfuerzo bélico, muere el Patrón Oro y el respaldo de materiales preciosos para realizar emisiones monetarias, para dar lugar al “Dinero por Decreto” o dinero fiat. Éste, se trataría de una forma de dinero fiduciario que no posee valor intrínseco, sino que su valor proviene de su declaración de dinero por el Estado. La diferencia entre fiat y fiduciario sería que al primero lo respalda un gobierno que lo administra y le otorga el estatus de moneda de curso legal y, el segundo consta de la mera confianza que tiene un activo para ser aceptado por los agentes económicos como medio de cambio.

Espero sea de vuestro agrado.

Un saludo,

JRBCN

 

 

Bibliografía: Curso de Introducción a la Numismática, Profesor Fernando López Sánchez, Universidad de Murcia CEPOAT, www.wikipedia.es

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Acerca de JRBCN 1 Article
Entusiasta del papel moneda

1 Comentario

  1. Interesante artículo, gracias por publicarlo y por la información que nos expones. No son santos de mi devoción David Ricardo o Adam Smith, pero a la frase que pusiste no se le puede poner ni un pero. Un cordial saludo crack.

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