Presentación colección Cid Pulido

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Todo coleccionista veterano, y yo lo soy de billetes de España desde hace 42 años, siente una cierta melancolía cuando repasa su colección y observa los numerosos vacíos que ve en ella y que tanto ansía completar, pero esa melancolía latente se transforma en admiración y, porqué no decirlo, en envidia cuando contempla una colección muy superior a la suya, como es el caso de la colección Cid Pulido.

Para comenzar, desearía hacer una matización: Esta no es una colección de billetes, es algo más completo, es una colección de papel moneda. La apreciación puede parecer una sutileza pero, en mi opinión, no lo es.

La RAE define el billete como documento legal de pago. El privilegio de emisión de moneda ha sido, históricamente, exclusivo del Estado pudiendo éste delegarlo en otras manos. Debido a la necesidad de moneda en circulación se ha necesitado un documento legal que sustituya al metal circulante y la emisión de estos documentos legales se ha encomendado, generalmente, en tiempos modernos a los bancos. Estos documentos son lo que denominamos billetes.

Independientemente de los billetes, otras entidades han creado, de forma alegal o ilegal, otros documentos que han sido aceptados por el público como medio habitual de pago junto con los billetes bancarios y, por supuesto, la moneda metálica. A estos documentos los llamamos papel moneda.

Indudablemente, al menos para mí, una colección notafílica debe integrar cualquier clase de papel moneda y esto es lo que vemos en la colección que se presenta y lo que hace aumentar su importancia y diferenciarla de las colecciones habituales.

El propietario de la colección ha conseguido reunir a lo largo de treinta años un conjunto que abarca las emisiones realizadas en la totalidad de los límites geográficos de la España en el siglo XIX y desde el reinado de Fernando VII, destacando, en muchas ocasiones, el cuidado con el que ha procurado conseguir la más alta calidad posible de los ejemplares.

No quiero dejar de señalar los ejemplares, o los conjuntos, que más me han llamado la atención, sin olvidar que cuando se intenta hacer una selección de una colección tan amplia influyen, en gran manera, los gustos personales que nos hacen no apreciar suficientemente lo que a muchos otros les parecería esencial.

Las colonias españolas están muy bien representadas, con numerosos ejemplares, pudiendo calificarse algunos de ellos como excepcionales, como los billetes de alto valor de Cuba de Mayo de 1896 y en especial el rarísimo portorriqueño de 3 pesos del año 1813.

Las emisiones autorizadas de los bancos provinciales forman un conjunto inmejorable y que creo que poquísimas veces, por no decir nunca, se ha podido ver tan completo. Por supuesto, las emisiones de algún banco son corrientes, pero los billetes de otras entidades podemos calificarlas como casi únicas o únicas como las del Banco Balear, el de Santiago, Palencia o Sevilla, ¡espectaculares!

Habiendo comentado anteriormente la importancia del papel moneda emitido para eludir el monopolio del Banco de España, y el especial atractivo que tienen para mí, no me puedo olvidar de ellos y quiero resaltar dos ejemplares únicos en su valor: El 1.000 rs. de Hijos de Rodríguez Acosta y la impresión calcográfica del 100 rs. del Comercial de Jerez de la Frontera.

El siglo XIX tiene piezas auténticamente espectaculares como son la serie completas de 1876 de Lope de Vega, incluyendo el 100 pta. y la de 1884, Mendizabal, y como ejemplar estrella, el 500 pta. de 1880, Claudio Coello.

Del periodo de la monarquía de Alfonso XIII y la República podemos ver todos los ejemplares puestos en circulación, incluyendo, como era esperable, el 100 y el 500 pta de 1903, mas algunos no emitidos como el icónico Fortuny, pero quiero destacar dos grupos de ejemplares los cuales, creo, no han recibido la consideración que merecen, al menos entre los coleccionistas españoles.

El primer grupo es el conjunto de pruebas de orlas y fondos litográficos no adoptados, al menos en sus colores definitivos, efectuados por Bradbury para billetes españoles, mientras que el segundo grupo lo forman un gran número de fotografías de época de bocetos, más o menos elaborados, para billetes de la República. Estas fotografías, de gran predicamento entre los coleccionistas de otros países, nos muestran no solo el desarrollo de ideas hasta llegar al diseño definitivo, sino, al estar fechadas muchas de ellas, como han evolucionado los motivos representados en función de las ideas políticas.

Del periodo “Estado Español”, destacar las pruebas de Cartevalori, especialmente el 1.000 pta. de Carlos I, y el 2 pta. de la Virgen del Pilar de Riusset sin que nos olvidemos valorar la calidad de todos los ejemplares de este periodo.

Para finalizar, no quiero dejar de señalar unos vales, desconocidos para muchos coleccionistas españoles pero especialmente buscados y valorados por los norteamericanos; son los vales emitidos por las autoridades municipales durante la administración española de la ciudad de Tánger en la Segunda Guerra Mundial y que en esta colección se encuentran en una calidad extraordinaria, difícil de encontrar.

Para cualquier amante de la notafilia la contemplación de esta colección le será más que gratificante, pero no podemos olvidar que se trata de una colección puesta en subasta y que debido a la diversidad de ejemplares y valor tendremos la oportunidad de llevar alguno de ellos a nuestros álbumes aunque de otros solo podremos optar a conservar su imagen.

Espero que ustedes disfruten, tanto como yo lo he hecho, admirando esta colección.

Ramón Cobo

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